domingo, 13 de mayo de 2018

Mohamed El Ghaidouni : "Debemos aceptar que un musulmán puede matar"

Mataró,12/05/2018,elperiodico.com,M.Coll


Debate sobre “Los valores del islam y la radicalización” en Mataró. / TWITTER

El presidente de las Comunidades Islámicas de Catalunya advierte en Mataró que la lucha contra la radicalización "no debe ser exclusiva de las comunidades musulmanas"

Importantes dosis de autocrítica y varias reflexiones a favor de una responsabilidad colectiva del fenómeno de la radicalización se pudieron escuchar ayer noche en el debate sobre “Los valores del islam y la radicalización”, que organizó la comunidad islámica Al Ouahda en Mataró, con la participación de varios expertos sobre la temática. Una comunidad que, como muchas otras de Catalunya, y especialmente después de los atentados del pasado agosto en Barcelona y Cambrils, está  preocupada por el futuro de sus hijos. “Debemos llegar a nuestros jóvenes antes que llegue a ellos la mentida y la manipulación”, advertía Soraya el Farhi, portavoz de la comunidad, ya en el inicio del acto.

La autocrítica llegó por parte de Mohamed El Ghaidouni,  presidente de Comunidades Islámicas de Catalunya,  quien reconoció que actualmente “los jóvenes se sienten excluidos de sus propias comunidades religiosas” porque no se les tiene suficientemente en cuenta. Y también reconoció que actualmente muchos hijos ven en sus padres un comportamiento dual que no comprenden: por un lado el hombre que acude a la mezquita y, por otra, el padre incomunicativo con sus hijos que vive dentro de las paredes del hogar. “Tenemos la costumbre de pensar por los jóvenes y esto debe cambiar”, sentenció.

Además, El Ghaidouni  pidió a los musulmanes, aunque hacerlo pueda generar debate y polémica, que admitan la realidad: “Debemos aceptar que un musulmán puede matar”; frase que según él hoy muchos jóvenes seguidores de esta religión no quieren admitir.  Ahora bien, también insistió  en la necesidad de diferenciar entre islam y la persona que practica esta religión y negó el espíritu violento de los primeros musulmanes, aunque los radicales hoy día reivindican el islam más primitivo.

Un problema de todos

Por otro lado, todos los ponentes, y parte del público, coincidieron en afirmar que es necesaria una estrategia conjunta y mucho dialogo para hacer frente a la radicalización islámica. En este sentido, Francesc Xavier Marín, profesor de la Universidad Ramon Llull, afirmó que el enfoque “defensivo” y “preventivo” de la radicalización ya no tiene sentido porqué “no existe ni un control absoluto ni la posibilidad de riesgo cero” y apostó por un cambio de perspectiva: “debemos ver la radicalización como un sentimiento colectivo que debemos gestionar entre todos”. Mensaje que El Ghaidouni   complementó: “La factura de la radicalización la pagamos los propios musulmanes, nuestra religión esta secuestrada, y por esto debemos trabajar con nuestros jóvenes, pero la lucha contra la radicalización no debe ser exclusiva de las comunidades musulmanas; si falla uno, fallamos todos”.


Y, para llevar a cabo este trabajo, Marín apostó por el reforzamiento de los valores de la comunidad: “Debemos construir una dimensión comunitaria para hallar un margen de construcción y reconstrucción de nuestra identidad”. Una faena que también conlleva la gestión de las emociones y de los recuerdos, para que estos no se conviertan en resentimientos y prejucios. Un proceso, que según el experto en islam, aquí, después de los atentados del pasado agosto, se gestionó de forma precipitada.

Aumento de la discriminación

Finalmente, el director general de Afers Religiosos de la Generalitat de Catalunya, Enric Vendrell, también reconoció que el Gobierno catalán está “preocupado” por el aumento del índice de discriminación hacia la población musulmana residente en Catalunya (30%) desde los atentados del pasado agosto, por el porcentaje de población no musulmana que muestra una actitud “beligerante” hacía esta y por “la voluntad de algunos para sacar rédito a este sentimiento”.  Y para revertir esta situación, el gobierno catalán apuesta por dos líneas de incidencia: mejora del conocimiento de la ciudadanía respeto las religiones y trabajo con los jóvenes; ya que según Vendrell “la diversidad se debe conocer, pero también se debe vivir en positivo”.

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